Los jóvenes salvajes, de John Frankenheimer (1961)
Después de unos años en televisión, Frankenheimer realizó su segunda película para cine. Fue la primera con Burt Lancaster de protagonista, en una combinación que ofreció notables resultados con películas como El hombre de Alcatraz (1962), Siete días de mayo (1964) o El tren (1964). Es en lo sesenta en donde Frankenheimer logra sus mejores resultados.En esta ocasión, la historia transcurre alrededor de una asesinato que se produce entre bandas callejeras en Nueva York (cubanos y puertorriqueños). La película se estrena al mismo tiempo que West Side Story siendo dos enfoques muy diferentes del mismo tema que debía ser en aquel momento de máxima actualidad: la llegada de emigrantes latinoamericanos a las ciudades de EE.UU. con la diversidad que ofrecía en los barrios y también la conflictividad social. También es una película cercana al nuevo tratamiento que se hace de los jóvenes. Sólo cinco años habían transcurrido de la aparición fulgurante y desaparición de James Dean. El joven conflictivo frente a una sociedad norteamericana de antigua generación que había vivido la II Guerra Mundial. Será esa evolución de lo joven, una constante para entender la década de los 60 y 70. Dos años quedaban para que los Beatles lanzaran "Please Please Me". En la película, Burt Lancaster es un fiscal duro que está ayudando a su jefe a optar a gobernador del Estado. Es un italiano que se ha cambiado el apellido, y que al igual que ahora los latinos, había conocido la inmigración italiana unas décadas antes. Burt Lancaster va descubriendo los elementos sociales de las bandas y del crimen en una reflexión política y judicial sobre el papel del mal y el dolor, y sus causas entre los barrios marginales de la ciudad. En esa reflexión sobre el sistema judicial norteamericano la película conecta con "Doce hombres sin piedad" (1957), y con otro de los cineastas de la televisión, Sidney Lumet. El resultado como tantas de las películas de Frankenheimer en esta época roza la excelencia en un cine algo alejado de los grandes narradores clásicos, pero que ya va dejando vislumbrar lo que será la generación de los 70. Sin embargo autores como Frankenheimer no deberían ser vistos como simples bisagras, porque sus creaciones están listas para disfrutarlas como auténticas joyas del cine, a veces ocultas a los ojos del público general, perdido entre tanto ruido de actualidades insípidas.