La última película, de Peter Bogdanovich (1971)

04.01.2022

El impacto de Cahiers du Cinéma a principios de los años 70 había llevado a la construcción de la idea del director de cine como "creador". Los críticos como Godard, Chabrol o Truffaut daban el salto desde la escritura sobre cine a la dirección de sus propias historias. En Estados Unidos esa influencia la representa en gran medida Peter Bogadonovich, que pasó de estudiar el cine de John Ford o Fritz Lang, a ser uno de los directores que liderará un nuevo cine en los principios de los años 70, que transformará las dos décadas siguientes. Bogdanovich hará lo mejor de su obra a lo largo de la década de los 70.En esta obra casi inicial de su carrera, Bogdanovich hace su propio "400 golpes" (1959) creando una película muy diferente al cine del Hollywood clásico o del cine de los años 60. Probablemente en el cine norteamericano habría que remitirse al cine de John Cassavetes, con películas como "Sombras" (1959), en el ambiente de Nueva York para ver algo parecida. Y la influencia en cineastas posteriores, de su generación y posteriores, es mayúscula. Bogdanovich lleva la historia a un pequeñísimo pueblo de Texas, en donde se vive del petróleo, y en donde transcurren la vida de unos jóvenes que empiezan a entrar en la vida madura. El joven como centro de la historia en ese momento es algo bastante novedoso, más allá de los jóvenes rebeldes y pandilleros de la década anterior. La trama no tiene demasiada relevancia, y se sustituye por la construcción de la psicología de los personajes y la atmósfera del espacio y el tiempo en donde sobreviven medio desconcertados estos amigos, mientras les van ocurriendo acontecimientos que van haciendo que las certidumbres de la vida pasada desaparezca, para ir de este modo abandonando la infancia y acceder a la incertidumbre del futuro. El descubrimiento del sexo, las pérdidas de las personas y los espacios vitales, la desaparición de la inocencia en definitiva , que van cambiando al mismo tiempo, que se visualiza el transcurrir del tiempo en la metáfora de una sala de billar y un antiguo cine a punto de cerrar. La mirada de Bogdanovich es nostálgica pero con sequedad. Ni siquiera tendrá la redención de la música que reflejará "American Graffiti" de Georges Lucas (1973), mucho más feliz, y que es película claramente influenciada por la obra de Bogdanovich. Destaca la belleza y la interpretación magistral de Cybill Shepherd, que se come la pantalla cada vez que aparece. Se convertirá en musa de Bogdanovich hasta su aparición en otra obra esencial para entender la transformación del cine norteamericano de los 70 como "Taxi Driver" de Martin Scorsese. La acompañan también de modo brillante Timothy Bottoms, un joven Jeff Bridges, y Ben Johnson (actor de John Ford y de muchos western, que se llevaría el óscar como actor secundario).La atmósfera en blanco y negro es muy desasosegante , y está rodada de modo que la nostalgia que se desprende se convierte en la nuestra misma. No es fácil lograr eso, y seguramente es lo que la convierte en una película de las que van creciendo dentro de uno después de verla, y dejar atrás el mísero pueblo texano.