Bob el jugador, de Jean-Pierre Melville (1956)

05.06.2022

El cine francés de los 50 es brillante. Curiosamente la explosión de la Nouvelle Vague hizo que se quedara un poco escondido. Pero afortunadamente cada vez se vuelve más a recuperar a directores como Clouzot, Marcel Carné, Becker, Bresson, Clement o Dassin. Uno de estos brillantes directores fue Jean-Pierre Melville, con películas como "El silencio de un hombre" (1967).En esta película nos encontramos con un ejemplo de cine noir. El cine francés fue capaz, con gran habilidad, de adaptar las formas que se habían dado en Estados Unidos con la aparición de este género que indagaba en el lado oscuro del ser humano. El expresionismo alemán llevado a fórmulas de asesinos, atracos, mujeres fatales, ambientes nocturnos y juego. El cine de Melville hereda los códigos narrativos que se habían construido en el Hollywood clásico de los 30 y los 40. El cine de gánsteres de Chicago llevado a París. No es la vida corriente lo que se retrata, sino una historia cinematográfica que hace ver al espectador mundos que le son ajenos, pero que son capaces de fascinarle. En esta ocasión un viejo tahúr que ronda Montmartre entre partidas de cartas, de dados y carreras de caballos va viendo el pasar del tiempo, y el olvido de sus viejas glorias. Sólo las mujeres son un refugio de su atardecer. Su mala fortuna le hace diseñar un atraco a un casino para seguir cubriendo su necesidad de seguir jugando. Realmente Melville realiza una película con mucho oficio, en donde capta el ambiente de la ciudad cuando la gente de bien se va a la cama. Una película que influirá mucho a un primer Godard, y a muchos cineastas, como Tarantino que siempre ha reconocido su fascinación por el director francés. Película a reivindicar ahora que Tavernier no está, que la incluía en la selección de las películas de su vida. Tenía motivos para hacerlo.